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Clinton Leaf es Director adjunto de la revista Fortune. De adolescente sufrió la enfermedad de Hodgkin, avanzada, estadio IV, extendida a pulmones y bazo. Tuvo la suerte de beneficiarse de la quimioterapia conocida con las siglas MOPP, que, junto a radioterapia, le curaron de dicha enfermedad. Todo el proceso diagnóstico y terapéutico que siguió le interesó por el cáncer. Observó que frecuentemente en los medios se leía que estamos venciendo la batalla o la guerra contra el cáncer. Leaf lo puso en duda. Para ello se planteó las siguientes preguntas: ¿Cuántas personas son diagnosticadas de cáncer? ¿Cuántas mueren por causa de la enfermedad? ¿Cuánto estamos gastando en dicha “guerra”? Su principal conclusión es que no puede hablarse de éxito, cuando el número de diagnosticados y de fallecidos sigue aumentando.

La lucha contra el cáncer como a tal nació en 1971, del Presidente Nixon, en USA, cuando se aprobó el National Cancer Act, por el que se declaraba la guerra a dicho enemigo y se proveía a los centros con importantes recursos. Luego volveremos sobre la distribución de dichos recursos según temas (investigación básica, prevención, tratamientos).

Analizando las tres preguntas, para Leaf, estamos perdiendo la guerra, cada vez hay más casos, la cifra de fallecidos no varía sensiblemente y el costo, especialmente de los nuevos tratamientos, se enfila incesantemente.

¿Por qué hemos progresado tan poco? , pregunta Leaf. Porque, añade, estamos lejos de vencer, más bien cerca de perder. Los diagnósticos siguen aumentando y, en cuanto a fallecidos por cáncer estamos, en USA, en cifras semejantes a 1970 e incluso a 1950. En España, diagnosticamos más de 200.000 nuevos casos/año y 100.000 pacientes mueren a causa de esta enfermedad. Los avances en supervivencia en los cánceres más frecuentes se miden en meses, no en año, que, además se han obtenido en los cánceres menos frecuentes: enfermedad de Hodgkin, algunas leucemias, carcinomas de tiroides y testículo y muchos cánceres infantiles (la mayoría de estos éxitos son ya antiguos, porque fueron conseguidos en los primeros años de declararse la guerra contra el cáncer).

En cánceres como pulmón y mama, el progreso ha venido de la mano de cambios de conducta (fumar menos) o del diagnóstico precoz (mama) más que resultado exclusivo de los sucesivos tratamientos, cada vez más costosos.

Leaf señala algunos importantes errores: 1)  La mayoría de esfuerzos y de recursos se dedican a investigar pequeñísimas mejoras en los tratamientos, especialmente médicos (quimioterapia número uno) más que centrarse en las cuestiones fundamentales (véase más adelante). 2) La investigación del cáncer está totalmente fragmentada. 3). La búsqueda del conocimiento se ha convertido en un fin en si misma  mas que un medio para un fin, que debe ser la curación del cáncer. Según PubMed, la base de datos del INC (Instituto Nacional del Cáncer Norteamericano) recoge que la comunidad de investigadores del cáncer ha publicado 1.560.000 artículos, cada vez más dedicados a los genes envueltos en el cáncer, pero con escasa repercusión que permitan progresar decididamente en el diagnóstico o en el tratamiento del cáncer. 4) De 150.855 estudios experimentales con ratones, poquísimos han llevado a nuevos tratamientos. Seguramente los ratones, aunque su dotación genética sea bastante semejante a la nuestra, no son buenos como modelos predictivos de la utilidad en humanos. Los ratones curan de cáncer. Si se comparan los millones de los mismos curados con la relativa falta de aplicación de los mismos tratamientos en humanos con metástasis, se llega a la conclusión de que estamos equivocando el objetivo. 5) EL tener como medida de la efectividad de tratamientos nuevos la regresión tumoral es un indicador insuficiente. Los tumores, cuando los diagnosticamos, llevan tiempo variable pero suficiente para enviar células a distancia, que, con el tiempo y pese a que hemos curado el tumor local aparecen a distancia del mismo. 6) Seguimos sin curar los pacientes con metástasis, pero solo el 0,5%  de propuestas de estudios revisados por Leaf tenía como objetivo las metástasis. De hecho 92% de trabajos llegados al INC ni siquiera mencionan la palabra metástasis. 7) En cuanto a nuevos fármacos, se ha observado que la mayoría no son más efectivos que los antiguos (en términos de supervivencia, de cualidad de vida o de seguridad), en realidad lo que son es mucho más caros.

Leaf está acertado cuando compara la actitud de los cardiólogos con la de los oncólogos. Aquellos han luchado no con el infarto, la embolia, la apoplejía ya constituidas sino que lo han hecho con los factores conocidos que inducen a estas afectaciones tantas veces mortales. Así han controlado la hipertensión y el colesterol, mientras que, en oncología, nos hemos centrado en el tumor ya constituido, ya agente de metástasis. Lo hemos hecho bien con el tabaquismo (aunque en España, el 30% de la población sigue fumando; prohibido fumar en lugares públicos ahora proliferan cientos o miles de terrazas al aire libre de los bares para fumar libremente. Las tabacaleras son astutas, muy astutas); y también con el diagnóstico precoz del cáncer de mama, del cuello de útero, del de piel y el de colon. Pero, en general, no hemos tenido el éxito de

 

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