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SOBRE LA EQUIDAD DE NUESTRO SERVICIO NACIONAL DE SALUD. A PROPÓSITO DEL DÍA MUNDIAL DEL CÁNCER

El 4 de febrero volvemos a recordar, a nivel mundial, el cáncer, que solo en España siega cada año más de 100.000 personas, con alrededor de 270.000 casos nuevos, también anuales. Al evidente progreso en la curación del cáncer hay que restarle el aumento de incidencia, que hace que los resultados globales positivos sean menores que los esperados.

Pero, de un modo concreto, en España, debemos congratularnos de disponer de uno de los mejores sistemas nacionales de salud. Fue el ministro Ernest Lluch quien universalizó el sistema. Desde entonces, los españoles somos iguales ante la enfermedad. ¿Se imaginan el sufrimiento añadido que se siente en países donde el coste de diagnóstico y tratamiento va a cuenta del paciente y su familia? Frecuentemente leemos desgarradoras noticias de pacientes hipotecando o vendiendo sus casas, para atender la enfermedad. Pero nunca en España.

Nuestro sistema nacional de salud está muy socializado. Con grandes enemigos que se relamen pensando en su destrucción. Desde el punto de vista de la tranquilidad y finanzas de los pacientes, el sistema es fantástico. Hoy yo pago, él paga, nosotros pagamos por todos los enfermos y mañana o pasado mañana ellos pagarán, por nosotros.

La organización socialista de los grandes problemas de la Humanidad es el mejor camino hacia una sociedad democrática y justa. Ayer vi un video sobre el sitio de Leningrado por parte de los nazis. Nada menos que 900 días de asedio fracasado con bombardeo final de inocentes (al parecer en total hasta dos millones de muertos). Fracaso de los nazis. Los ejemplares ciudadanos de Leningrado nunca se rindieron. Pero analizando la organización de los vecinos de Leningrado (hoy San Petersburgo) se observa que los ciudadanos colaboraron a la una, ayudando a enfermos, construyendo armas, distribuyendo la escasa alimentación de un modo igualitario, muriendo cuando hacía falta bajo el fuego enemigo. Fue una proeza de organización igualitaria socialista. Como, en buena parte, es nuestro sistema sanitario.

Avergüenza leer que hay algunos que, para el 4 de febrero, organizan actos con conferencias que van a hablar nada menos que de “la inequidad del sistema sanitario español”. ¿En serio?

Cada año más de 270.000 españoles son tratados por primera vez por nuestro equitativo sistema sanitario. Y, segundo punto de fuerza, disponemos de excelentes profesionales sanitarios que aplican los mejores métodos diagnósticos, terapéuticos y de soporte. Pero, además, no tenemos pacientes y familiares desesperados esperando la factura del coste, que, repetimos, y que por muchos años, afrontamos entre todos.

Los distintos Gobiernos y Ministerios de Sanidad que desde Lluch se han ido sucediendo han mantenido nuestro sistema de salud. Quizás algunos se han excedido en los recortes financieros, pero, en esencia, hemos mantenido lo mejor del sistema, financiación colectiva y excelentes profesionales.

Muchos motivos positivos obligan a celebrar una vez más el día del cáncer. Y aprovechar para recordar al gran ministro Ernest Lluch, discípulo predilecto del hermano de quien escribe, Fabíán Estapé, el gran economista que también nos dejó. Estemos a la altura de todos ellos. Seamos justos. En la película “Veredicto final”, dirigida por el gran Sidney Lumet, el abogado defensor representado por Paul Newman, de nuevo, ambos también nos dejaron, pregunta y se pregunta, “Qué es ser justo, como puedo ser justo”.  Nada más y nada menos, seamos justos. Nuestro sistema sanitario es magnífico y equitativo y bien se merece que lo valoremos con justicia y con respeto.

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