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A LOS TREINTA AÑOS DEL DIAGNÓSTICO.  TESTIMONIO DE LA SEÑORA CARME CERVERA, PRESIDENTA DE FEFOC. Noticia 19/31, octubre, mes del cáncer de mama.

“Para los que componemos FEFOC es un honor contar con la presidencia de la señora Carme Cervera, por su ejemplaridad, solidaridad y empatía, no menores que su filantropía. A los 30 años de ser diagnosticada de cáncer de mama, hoy, Día Mundial contra el Cáncer de Mama, nos ofrece un testimonio objetivo y valeroso, un estímulo, para quienes fueron, son, serán, diagnosticadas como ella”.

Han pasado 30 años. Me diagnosticaron un cáncer de mama en setiembre de 1991. Fui yo misma quien se descubrió un bulto, en la mama izquierda, una tarde de agosto de aquel año.

Tuve una tía materna que murió de este cáncer en los años 80. Fue por este motivo que al descubrirme el bulto me invadió una zozobra desde el primer momento.

Efectivamente, el diagnostico resultó cáncer y no fue fácil. Tenía varios ganglios linfáticos afectados por lo que el pronóstico era más incierto.

Entré en el proceso de operaciones y tratamientos. En primer lugar, me operaron para extirpar el tumor y realizar biopsia, a la semana siguiente llegó el diagnóstico y ingresé al siguiente día para una segunda operación de mastectomía radical y vaciado de ganglios linfáticos.

A las pocas semanas inicié el tratamiento de quimioterapia y también hormonal con tamoxifeno, este último, en mi caso, tuvo el efecto contrario al esperado dado que el nivel de estrógenos en sangre era altísimo. A raíz de esta situación y tras varias opiniones de diferentes ginecólogos, seguí su consejo y decidí operarme por tercera vez y realizar la ooforectomía (extirpación de ambos ovarios). Se efectuó por seguridad, era mejor tener pocos estrógenos en mi organismo. He de aclarar que el tumor era hormono dependiente.

Por último y al cabo de dos años me sometí a la cuarta y última operación para reconstruir la mama extirpada.

Hasta aquí un breve resumen de lo que fue físicamente mi caso. Las molestias de operaciones y tratamientos son ya muy conocidos en nuestra sociedad, sea por caso propio o ajeno, desgraciadamente es una enfermedad muy frecuente.

El cáncer tiene la otra cara de la moneda, la que no se ve a simple vista, la que no se puede operar ni tampoco se trata en la mayoría de los casos. Me refiero a la parte psicológica.

Es evidente que cada persona posee sus recursos y tiene su manera de afrontar las dificultades de la vida.

Personalmente estuve muy afectada en este sentido.  Y siempre queda un residuo tras esta experiencia.

Recibí el diagnostico con la sensación de que una guillotina caía justo enfrente de mis pies y que podía caer una segunda vez llevándose mi existencia. El miedo a la muerte se apoderó de mi como una fina red que apagaba los colores de la vida.

Mis ojos miraban sin percibir. No era capaz de reaccionar. Los meses siguientes los viví como un autómata

Hoy en día la supervivencia es más alta y los diagnósticos ya no asustan tanto, afortunadamente.

Para mí sobrevivir consiste en superar el primer año, y lo superé. Después el reto era dos años y también pasaron. Luego, el éxito seria llegar a los cinco años y llegaron. Lo celebré con un viaje de estos exóticos lejos de nuestro país. Un día, por casualidad, un médico me dijo

 

 

 

que se podía considerar superado a los diez años. Me sentía como un asno con una zanahoria colgando delante de mí hocico.

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