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Hace unos 20 años la incidencia de cáncer en el conjunto del Estado español era de unos 100.000 casos nuevos años y que, en las últimas estadísticas publicadas en el 2015, son ya 248.000 casos nuevos/ año. La cifra, ya terrible hace 20 años, se ha más que duplicado. Excede con creces el aumento de población. Pero, aparte de otras posibles causas que justificaran dicho aumento, un hecho destaca por encima de las demás: el significativo aumento de la esperanza de vida entre nosotros. Después del Japón, España es el país con mayor esperanza de vida. Pero junto con esta tan positiva noticia, las enfermedades crónicas, entre ellas el cáncer, aumentan paralelamente su incidencia. De tal manera que podemos afirmar que, hoy en día, el factor de riesgo mayor para tener cáncer es la edad: a más edad, más riesgo de desarrollarlo.

Hace años, hablar de cáncer en la edad avanzada parecía no tener sentido: en efecto, las estadísticas mostraban que la incidencia de cáncer aumentaba a partir de los 40 años, alcanzaba su pico más alto entre los 50 y 65 y luego descendía agudamente. ¡No hay cáncer a partir de los 70 decían algunos! Lo que no había, decíamos otros, son suficientes personas vivas a partir de los 70 como para tener unas cifras válidas de incidencia.

Por tanto, un dato objetivo, no cuestionable, que la incidencia del cáncer aumenta progresivamente con la edad.

Tanto aumento de la incidencia ¿puede poner en crisis el sistema sanitario?

En efecto, el cáncer es una enfermedad básicamente de los mayores, que, afortunadamente, cada vez son más, a medida que la supervivencia global de la población, aumenta. ¡Fantástico! Y no solo aumenta la incidencia del cáncer si no que, la cifra de supervivientes después del tratamiento por cáncer también lo hace. Ello significa una nueva fuente de cuidados y dedicación sanitaria y familiar. El problema global del cáncer es muy complejo. Tanto que precisa un abordaje multidisciplinario. Es decir, el trabajo coordinado conjunto de muchos médicos de distintas especialidades, enfermeras, psicólogos, geriatras, fisioterapeutas, nutricionistas y otros especialistas. En el caso de los mayores, todo esto se complica porque muchos de ellos tienen otros problemas asociados. Lo que añade más especialistas y cuidados.

¿Y el pronóstico?

Hablando en general, una noticia muy positiva: de todas las enfermedades crónicas, la única curable es el cáncer. Es una enfermedad que, en cualquier edad, es susceptible de medidas de revención, para reducir su incidencia; de diagnóstico precoz, para ofrecer al terapeuta cánceres cada vez de menor tamaño y, por tanto, más curables. Finalmente, pese a lo duro que puedan ser o parecer las terapéuticas del cáncer (de ello hablaremos más adelante), el cáncer presenta hoy en día una curación global de más del 50% de casos, con cánceres como el de próstata localizado y el de mama en su estadio I, con curaciones superando el 90% de casos.

¿Como ven los mayores el cáncer?

Contra estas cifras esperanzadoras se alzan actitudes negativas por parte de los mayores. Unos porque no están bien informados, otras porque el tabú del cáncer es tan grande que las personas mayores, ante la sospecha de cáncer intentan tranquilizarse. Dicen aquello de “esto me pasa -lo que sea- porque ya soy viejo o vieja, son achaques propios de la edad”. Como demostraremos más adelante, estos errores se pagan muchas veces con la pérdida de la vida, por acudir tarde al diagnóstico.

Por cierto, tengamos muy en cuenta que, si duros son los tratamientos, peor es la alternativa.

¿Hace falta mencionarla?

Nuestros mayores consideran el cáncer como una enfermedad tabú, y muestran ciertas actitudes de resignación y fatalidad potenciadas por la edad. Un resumen de esto sería pensar “si es cáncer no hay nada que hacer, y a la edad que tengo, por lo que me queda, mejor no hacer nada”.

Pero, ¿no somos viejos o viejas con los achaques propios de la edad?

Este concepto, tan arraigado, es una de las fuentes más poderosas de frecuentes errores. Hacen que ante un pezón que se va hacia dentro, mientras que las mujeres jóvenes vayan raudo a su ginecólogo, en contraste claro, muchas mujeres mayores se confundan achacando el cambio del pezón a la edad, “para lo que me sirve el pecho”(falsa atribución de que el pecho femenino es símbolo de juventud y maternidad, y después ya no tiene interés)…Y ambas pueden tener un cáncer de mama que esté retrayendo el pezón. Pero la joven tendrá un diagnóstico bastante precoz y
probablemente curará mientras que la mayor llegará tarde al diagnóstico y no curará. Puedo ponerle múltiples ejemplos, pero ahora quiero destacar que no hay viejos ni viejas, hay personas con sus achaques propios según la edad, pero son PERSONAS, con sus derechos y deberes, pero no viejos o viejas. Las personas tienen derechos y deberes, los viejos y viejas solo piensan en la muerte. Las personas piensan en la vida.

Hablemos, abiertamente, de cáncer. Para ello les proponemos hablar, ria de esta enfermedad, de su prevención, diagnóstico recoz, diagnóstico, tratamiento, efectos secundarios y soporte.

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