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SEXUALIDAD EN CÁNCER DE MAMA. Noticia º 24/31, octubre, mes del cáncer de mama

 

Uno de los problemas más frecuentes en cáncer de mama es el impacto en las relaciones en general, y en las de pareja en particular.  Las repercusiones psicológicas del cáncer en la mujer ya serían suficientes para explicar cambios en su relación de pareja. Ansiedad y depresión, la sensación de amenaza y el miedo a sufrir y a morir, ya pueden eliminar en la afectada su capacidad de disfrutar de la vida, y de los placeres que siempre la hicieron sentirse bien. Debemos añadir el malestar con su nueva imagen.

Numerosos estudios demuestran que, a pesar de aplicar a la mujer con cáncer de mama el tratamiento conservador (amputar solo el tumor más radioterapia, no el pecho completo), hay problemáticas psicológicas inevitables.   Así pues, la potencia del cáncer de mama en este sentido es grande y si se añaden los tratamientos complementarios, como la quimioterapia, radioterapia y, en especial, hormonoterapia, encontramos a una mujer con grandes dificultades para su recuperación o, al menos, para llevar una vida con gratificaciones.

 

La vida de pareja, pues se ve afectada en la comunicación y por problemas a veces con malentendidos y expectativas no cumplidas. La mujer puede estar esperando unas conductas de su pareja que no siempre se cumplen, y decepcionarse si todo esto no se habla y se establece una comunicación fluida y sincera, pueden generarse reproches y rencores. Todo esto, por supuesto, repercute en la sexualidad. Por supuesto los componentes relacionales tienen una gran importancia: muchas veces la sexualidad es un continuo de la relación de pareja, y si, como decimos antes, se ha enrarecido la comunicación y las expectativas han sido decepcionantes, es complejo un cambio muy grande para la intimidad. Por otra parte, los tratamientos, como decimos antes, dejan secuelas físicas que implican obstáculos complicados para la vida sexual. Algunos de los mismos constituyen efectos más indirectos, como puede ser la fatiga, alopecia, obesidad, náuseas y vómitos. Pero otros son muy directos, como puede ser la sequedad vaginal consecuencia del tratamiento hormonal. Este también puede inducir a la retención de grasa y líquido y a cambios en el estado de ánimo, lo que tampoco ayuda. Hay un añadido que nos encontramos a veces, que es una presión que ejerce la mujer sobre sí misma por no perder las relaciones, a veces por miedo al abandono.

 

A veces, se necesita un cambio en el enfoque de este tema, sobre todo, empezando por una comunicación lo más sincera y serena posible. Es recomendable que la conversación no transcurra durante el intento de actividad sexual, sino alejada de la misma. Es posible que la mujer tengo algún rasgo depresivo y ello implica anhedonia que quiere decir la dificultad o incapacidad de gozar de cosas placenteras entre las que, por supuesto, se incluye el sexo. Asimismo, es posible que le cueste explicarlo y que sobreentienda que la pareja piensa en relaciones sexuales cuando una se encuentra tan triste…Este tipo de malentendidos son los que hay que evitar. Por otra parte, puede ser también que su pareja tenga sentimientos encontrados respecto a todo esto. Tenemos pacientes que admiten que si su pareja les mira cuando se desnudan interpretan esto como que las están escudriñando, para ver cómo es su físico ahora, pero por otra parte, si no las miran (rehúyen el contacto visual de forma clara) piensan que dan asco, que no quieren ver la cicatriz…Todo esto lleva a una espiral de pensamientos negativos e interpretaciones de los gestos del otro que no es nada aconsejable. Este tipo de contradicciones, llevan a reducir los contactos, las posibilidades de interacción y de encuentros sexuales o de proximidad física.

 

Es probable que, al menos, durante un tiempo la mujer no se sienta como antes. La sexualidad no suele ser una demanda por si sola en las mujeres con cáncer de mama, sino que se enmarca en un cuadro más general de pérdida de gratificaciones, de problemas generales de pareja o de repercusiones psicológicas generales. Por ello, es de esperar que, con la mejora global, la sexualidad también se recupere. Pero si ello no ocurre, es positivo acudir a un profesional especializado. Hay mejoras que, de por sí, podrán ayudar, como las dietas para perder peso, una vez finalizado el tratamiento, o el uso de lubricantes para la sequedad vaginal.

Un tema que puede ayudar es la reconstrucción mamaria, pero hay que ser cautos pues a veces se le atribuyen demasiadas expectativas. Tener el pecho otra vez, no siempre es una recuperación psicológica inmediata, ni completa, pues hay problemáticas que seguirán estando y que no dependen tanto del pecho amputado. Hay otros aspectos que son más complejos y profundos como la recuperación emocional de la mujer, incluyendo su aceptación de la imagen corporal, su autoestima (muy relacionada con la autoimagen), así como la reducción de los niveles de ansiedad (incluyendo el miedo a la recaída que en muchas mujeres puede significar no vivir nunca tranquilas) y de depresión. Y también hay que abordar la relación de pareja en sí, trabajar los miedos, los malos entendidos, los problemas de comunicación….Establecer de nuevo un afecto sano, una comunicación fluida y serena, no es el remedio a una disfunción sexual, pero sí que puede ser la puerta abierta a la restauración de la vida íntima de la pareja.

 

En nuestro estudio sobre supervivientes en cáncer de mama, hemos encontrado que un 67% de las mujeres han experimentado un empeoramiento en su vida sexual tras el cáncer de mama, y los motivos más citados por ellas mismas son haber perdido deseo sexual y sentirse menos atractivas para sus parejas. Es, pues, un dato importante, que necesita nuestra atención y soporte.

 

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